Documentando por pasión

10/05/22, San Sebastián. En una habitación rodeada por vistosos cuadros de colores y millones de bocetos, productos de una mente única donde las haya, un hombre nos espera con los brazos abiertos. Se trata de Oskar Tejedor, realizador audiovisual con debilidad por los documentales y una maravillosa historia por contar; una que tuvimos el placer de escuchar aquel día invernal.

Cultura. Iria Lezama, Claudia Martín, Adriana Martín. Leer+

Nuestro equipo comienza realizándole algunas preguntas en cuanto a su vida antes de llegar a su posición actual en el mundo del cine. La primera de ellas está relacionada con sus más remotos comienzos; todos los acontecimientos que le llevaron a decantarse por una de las opciones más inestables del mercado profesional.

“La verdad es que yo he dado muchos saltos en mi vida,” nos confiesa Tejedor antes que nada. De hecho posee formación como ingeniero de diseño industrial, pero como es deducible debido a su profesión actual, decidió cambiar su trayectoria a los treinta años de edad. Aparte de formar parte del mundo del cine, en el que actualmente se encuentra muy cómodo, también dedica su tiempo a otras actividades: pintar, preparar obras de teatro… Adora el mundo artístico.

Para introducirse en ese exigente sector, pasó largas temporadas de su vida estudiando en lugares como París o Madrid. No obstante, él destaca la importancia de aquellas personas que uno conoce durante esas aventuras, no en “viajar por viajar”; al fin y al cabo, conocer otros puntos de vista es como lo que ocurre en las escuelas. Para ilustrarlo, él nos relata un recuerdo de su pasado, de la escuela de ingenieros, destacando las grandes diferencias entre lo aprendido en España o en Francia. “Si me he movido es porque consideraba que en esos sitios podía encontrar lo que estaba buscando; en Lille hice videoarte; en Madrid, pude hacer dirección actoral y guion; y en París, estuve trabajando”.

Sin embargo, no fue capaz de escoger un solo lugar como “más emblemático”.

Según él, son incomparables: son un conjunto de fases de vida diferentes, puntos de vista, personas con pensamiento crítico…

Habiendo introducido los comienzos de esta historia, nos dirigimos a profundizar más en su trabajo en la actualidad.

A la hora de describir su ocupación en una sola palabra, él no duda en mencionar el conocido término “pasión”. Según Oskar, y como muchos ya hemos tenido la desgracia de conocer, la vida no dura para siempre; por tanto, debemos disfrutar con aquello que nos gusta. Si no, no estaríamos viviendo, sino meramente existiendo. Este y muchos temas más son los que toca en varias ocasiones en sus trabajos, con la intención de hacer sentir al espectador.

Tejedor remarca el hecho de que los documentales siempre son ficción; pese a que estén basados en otras historias o biografías reales, “la pincelada que le da el autor siempre va a determinar la mirada que va a tener el espectador”. No obstante, a diferencia del mundo del cine, los documentalistas trabajan con personas en estrecho contacto con los asuntos que narran. Para hacer estos reportajes, llenos de observaciones y puntos de vista específicos, un trabajo de investigación es imprescindible para sacar la esencia de esas personas y retratarlos como es debido. Tejedor cuenta con una sonrisa lo siguiente: “Cuando terminas un trabajo en profundidad, donde te desnudas y se desnudan ante ti, te queda esa familia; y eso es lo más bonito que hay”.

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- “Cuidadores”, todo un éxito humano


Acto seguido, Tejedor nos cita su película “Cuidadores”. Cuando se realiza un proyecto, uno siempre se debe identificar con él; en el caso de un asesinato, por ejemplo, un autor siempre debe buscar aquella parte de sí que podría ser un criminal. Para realizar el mencionado trabajo audiovisual, fue exactamente esto lo que tuvo que hacer: buscar dentro de sí mismo. Su tarea fue exhaustiva: elaboró un seguimiento de familiares con Alzheimer, visualizó su evolución emocional e, indiscutiblemente, se sumergió en su experiencia.


De hecho, su padre tuvo Alzheimer durante once años, y su madre se hizo cargo de él en ese tiempo; y aunque Tejedor no hubiese sido el cuidador principal, sí que sufrió todas las etapas por las que había pasado su madre. “Cuando un tema es tan cercano a ti, y escuchas de aquellas personas que evocan tu propio sufrimiento, es muy doloroso; pero a la vez muy terapéutico”. Habiendo dicho esto, concluye la mención de este maravilloso trabajo de 2010: “Yo creo que ha sido el trabajo más humano, y aunque haya habido mucho desgarro interior, ha sido lo más sano que he hecho nunca”.


Lo que más le gusta de esta creación es el hecho de que haya perdurado en el tiempo: no solo sigue en contacto con todos aquellos que formaron parte de la producción, sino que también es conocedor de que sigue reproduciéndose alrededor de todo el mundo. Sin duda alguna, le daremos una oportunidad a “Cuidadores”.