Adopta a un abuelo

‘’He pasado una pandemia mundial y una guerra civil, he trabajado 60 años para sacar a mi familia adelante y esta Nochebuena voy a cenar solo’’

16/02/21, San Sebastián. Estas declaraciones de una persona que prefiere permanecer en el anonimato, no son el reflejo de un caso particular y aislado, sino que bien pueden representar uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la tercera edad en nuestra sociedad: la soledad.

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Las razones de esta injusta situación pueden ser muy variadas. Para analizarlas, centrémonos, en primer lugar, en nuestra sociedad basada en la economía de mercado y la producción. “Tanto produces, tanto vales” podría ser el lema que explicara por qué sectores de la población como la infancia, la adolescencia o la tercera edad son, somos, considerados prácticamente como “no-ciudadanos”. Ciudadanos, en todo caso, sin ningún tipo de papel relevante en la toma de decisiones, no solo a nivel político, sino también a nivel social o, lo más lamentable, a nivel familiar. Podríamos concluir que vivimos en una sociedad adultocentrista.

Este modus operandi de nuestra cultura occidental contrasta mucho con el papel que tienen las personas mayores en otras sociedades, como pudieran ser la de América latina o las de países orientales. En estas regiones, el anciano o la anciana, son una referencia ética en las familias que, con respeto y afecto, toman buena nota de la sabiduría y la experiencia transmitida por personas que han luchado, han caído y se han levantado, que lo han dado todo, y, que, en definitiva, han vivido tanto.

Estas personas mayores no se van a encontrar solas al final de sus vidas, como ocurre en nuestro país con muchas abuelas y abuelos que dejamos aparcados en la vía muerta del olvido y la soledad. Sin embargo algunas veces, surgen luces de esperanza que brillan más que la iluminación navideña de nuestras ciudades. Éste es el caso de la iniciativa llamada “adopta un abuelo”.

La web, https://adoptaunabuelo.org/ nace de un encuentro aparentemente banal en Ciudad Real en enero de 2014, cuando Alberto (25) conoce a Bernardo (86), viudo y sin descendencia, y le confiesa que su mayor deseo es tener un nieto. Alberto le contesta “no te preocupes Bernardo que yo te adopto como abuelo”. Como en ocasiones ocurre con las buenas ideas, justas y solidarias, aquella conversación en Ciudad Real se ha convertido en uno de los proyectos intergeneracionales más interesantes y sorprendentes que hemos conocido desde The Analyst. ¿Pero, en qué consiste realmente el proyecto? Se trata de escribir una carta, o más, a abuelos que viven en residencias y se sienten solos. Además, si estás interesado/a en el proyecto existe la posibilidad de registrarte como voluntario. Para serlo, tienes que realizar 4 sencillos pasos: 1º, registrarte; 2º, realizar un test para que te conozcan mejor y así puedan asignarte un abuelo/a que más se parezca a ti; 3º, donar una pequeña aportación para hacer posible que las personas mayores participen; y por último, y no por ello menos importante, contactar con tu abuelo. De este modo, además de conceder minutos de compañía, puedes realizar distintas actividades, como talleres y programas.

Si algo tengo que reprochar a esta iniciativa es su eslogan, adopta a un anciano, ya que detrás de esta propuesta es inevitable apreciar ese sentimiento de caridad hacia las personas mayores como si fueran tan adoptables como una mascota abandonada. Porque esto es algo que a veces se nos olvida. Todos fuimos alguna vez niños, y si sobrevivimos, todos seremos alguna vez ancianos.