El virus que acecha al periodismo
Las noticias falsas, también conocidas como ‘fake news’, son un problema que ha inundado nuestros medios de comunicación de tal manera que comienzan a estar fuera de control. Hablamos con tres expertos en el ámbito de la comunicación periodística, para conocer este concepto más a fondo.
Sociedad. Susana Torres, Irene Sevilla y Gabriel Martínez. Leer+
Expertos en el mundo comunicativo, como es Raúl Heitzman, director de informativos de RNE, definen una ‘fake new’ como algo orquestado, preparado y destinado fundamentalmente a cumplir con dos objetivos. El primero, tratar de crear una idea falsa de la realidad, como bien dice el propio concepto. En segundo lugar, toda noticia falsa debe poner en tela de juicio la propia idoneidad de los medios de comunicación. Además, Alberto Granados, presentador de Onda Cero, destaca la idea de que tiene que tener un componente de realidad, sin olvidarnos de que debe de ser un tema actual y de interés social. Sin ir más lejos, el reciente caso de Julen, nacionalmente conocido como ‘el niño del pozo’. Un tema de interés, manipulado y verosímil puede tener un gran impacto en nuestra sociedad, y crear opiniones conflictivas acerca del tema en cuestión. Como bien expresa Fran Pomares, director de prensa de Onda Cero, las ‘fake news’ siempre han respondido a la intención de algunas entidades, personas, partidos políticos, empresas y colectivos de intoxicar la opinión pública con noticias que no responden a la realidad y que buscan un fin que es o, bien perjudicar a otro colectivo, o bien crear un estado de opinión en torno a determinada cuestión.
A pesar de ser un término reciente, Alberto Granados ve una relación de similitud entre las noticias falsas y leyendas urbanas. Para explicarse, utiliza el ejemplo de Roma y el conflicto que hubo con los cristianos en la historia del hombre. Cuando Roma ardió, la culpa fue echada a los cristianos. En este caso, es evidente que una mentira fue inventada, acarreando consecuencias negativas para la religión cristiana.
En lo que respecta a los objetivos de la creación de Fake News, Alberto Granados aclara la cantidad de ellos que puede tener llevar a cabo este concepto. Entre muchos, uno de ellos podría ser para aprovecharse de una situación, causando daños a la competencias, como ejemplo. Otras veces son beneficios racistas. Muchas ‘fake news’ se crean para acabar con una etnia en concreto, con especial mención a gitanos o negros, proclamando estas dos razas como asesinas, y como consecuencia, un tercer objetivo: meter miedo en el cuerpo, causando intranquilidad. Como en todo ámbito, otro objetivo podría ser obtener beneficio económico, como aquellas ayudas a gente con problemas de salud que resultan ser mentiras. Finalmente, también puede tener como fin el desprestigio político.
Tener la exclusividad es algo muy importante para un periodista. Pero, evidentemente, esa intención de ser los primeros a veces llega a no contrastar suficientemente la información, a no contrastar con fuentes diversas y ayuda evidentemente a quien está empeñado en mostrar una imagen manipulada de la realidad. Heitzman ve necesario distinguir entre periodismo mal hecho y sensacionalismo. Fran Pomares, contrario a la opinión de otros expertos comunicativos, considera que el ansia de algunos medios para ser los primeros, lleva a cometer ciertos errores, pero no denominados ‘fake new’, ya que no hay un componente de intencionalidad en mentir.
Nuestros tres entrevistados coinciden en que, sin lugar a dudas, el campo de la política es el más afectado por este fenómeno. Según nos comenta Granados, los partidos políticos son conscientes de esto, pues sus discursos tienden a ser manipulados por los medios para hacer llegar mensajes que se desvían de lo que realmente fue dicho por ellos.
Esta realidad manipulada llega a provocar actitudes erróneas a gran escala en la sociedad.
Tanto Granados como Heitzman destacan el reciente caso protagonizado por el Gobierno Ruso en las elecciones estadounidenses, como también Pomares usa como ejemplo la situación de los taxis en la capital. Ambos casos han sido muy polémicos, y con un simple clic de ratón podemos acceder a un inmenso número de noticias proporcionándonos todo tipo de información constantemente sobre estos temas.Ya que la gente asume estas noticias asume como verdades, siendo así perjudiciales para aquellas empresas y entidades afectadas. Su extensión no tiene fronteras, y es de gran dificultad detener su propagación. Heitzman y Pomares tratan de ver la luz dentro de esta tormenta y comentan que este fenómeno puede incentivar a los verdaderos profesionales a hacer un trabajo mucho más riguroso, tomando las medidas y molestias necesarias.
Toda la sociedad está expuesta a las fake news, pero, ¿son todos los colectivos igual de propensos a caer en este engaño? Heitzman nos afirma que no deberíamos realizar una distinción ni de sexo, edad o cualquier condición social, puesto que cualquier individuo que no ponga en tela de juicio todo aquello que se le es comunicado a través de cualquier medio, es equitativamente propenso a creerse una realidad alterada tanto como cualquier otro. Al hilo de lo mencionado, según nos comentan nuestros restantes entrevistados, sí existe gente que cae en las mentiras de las ‘fake news’. Son aquellas personas que siguen el mismo perfil comentado previamente por Heitzman: personas poco formadas, no necesariamente incultas, sino que carecen de un carácter o espíritu crítico.
Varios mecanismos de control y regulación de la información empleada están siendo implantados en diversos medios de comunicación españoles. Como nos comenta Heitzman, él, como director del consejo de informativos de RTVE, es encargado de gestionar un aparato que controla la información transmitida tanto a los espectadores como oyentes. La opinión expresada por Pomares difiere, ya que defiende que no debe fiscalizar la información que dan los medios. Sí coinciden en que el trabajo meticuloso por parte de los medios de comunicación es fundamental, pero también lo es la actitud crítica de los lectores ante el trabajo realizado por los redactores.
Para nuestros entrevistados, las redes sociales han actuado como los multiplicadores y densificadores de las ‘fake news’. Todos comparten la misma opinión a la hora de afirmar que las noticias falsas son tan antiguas como la comunicación, pero aseguran que la repentina gran abundancia de ellas es debida a la influencia de las redes sociales. En palabras de Pomares, un exorbitante número de usuarios que hay detrás de cada pantalla no chequean la información que reciben y que van a compartir, y esto hace que la propagación de esta información falsa sea tan elevada, ya que, las redes sociales hacen posible que la información sea transferida de usuario en usuario de forma casi instantánea. Sobre lo mencionado, Heitzman añade que en nuestra sociedad las redes sociales son ahora la primera estrategia de cualquier individuo o entidad para dibujar una realidad falsa a lo largo de todo el planeta.
Las opiniones de los expertos difieren sobre la existencia de un método para poner fin a esta tendencia. Mientras Heitzman y Pomares aseveran que es totalmente incontrolable al igual que lo es la maldad, Granados alude a una posible aparición de certificados que garanticen la fiabilidad de los diferentes medios de comunicación y de esta manera la gente deje de ser engañada o manipulada como lo es hoy en día.