El final de los hielos

El mundo se está calentando. Los 12 años más cálidos jamás registrados han tenido lugar solo en los últimos 30 años. El calentamiento global es un hecho indiscutible y sus consecuencias son devastadoras: huracanes más frecuentes y potentes, más incendios forestales, un aumento de la desertificación...

Medio Ambiente. Nicolás Oyarzabal. Leer+

El mundo se está calentando. Los 12 años más cálidos jamás registrados han tenido lugar solo en los últimos 30 años. El calentamiento global es un hecho indiscutible y sus consecuencias podrían ser devastadoras para el planeta. Algunos científicos pronostican huracanes más frecuentes y potentes, más incendios forestales, un aumento de la desertificación y más sequías a medida que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzan niveles récord. Nicolás Oyarzabal y Jon Aizpurua.

Unos de los efectos más evidentes de este calentamiento global es el deshielo y el retroceso de los glaciares de la Tierra. Los últimos datos señalan que está ocurriendo con mayor rapidez de lo que los expertos habían previsto. ¿Cómo va a afectar esto al planeta, a la vida de las futuras generaciones? Los glaciares desempeñan un papel clave en el mantenimiento del equilibrio del clima terrestre. Están en todos los continentes menos en Oceanía, cubriendo un 10% de la superficie terrestre. De todo el hielo de los glaciares de nuestro planeta, el 95% se encuentra en la Antártida; aproximadamente el 8% está en Groenlandia. Estos serían los dos grandes hielos continentales y a partir de ahí hablaríamos del resto de zonas glaciares: los campos de hielo de Patagonia, de Alaska y el Himalaya. Y en tercer plano quedarían los campos de hielo de Escandinavia, los Alpes y Perú.

Entrevistamos al joven geógrafo vasco Ibai Rico Lozano, un gasteiztarra que, además de ser profesor del departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Universidad del País Vasco, investigador y guía de montaña, es un experto glaciólogo que nos transmite y contagia su entusiasmo por este mundo de hielo y nos ayuda a comprender su situación actual y su probable evolución. Sus actividades le han llevado a investigar glaciares en Patagonia y en el Himalaya, en Alaska y en África, en el Ártico y en Perú, en el Cáucaso, en los Alpes o en los Pirineos.

Un glaciar es el resultado de cientos, miles de años de nevadas. La presión del propio peso de la nieve al caer las nuevas capas sobre las anteriores va compactándola y cristalizándola, de modo que esas capas más profundas se van convirtiendo en hielo. Esta masa de nieve y hielo está inmóvil hasta que la acumulación de capas alcanza los cincuenta metros de espesor; una vez sobrepasado este límite, el glaciar comienza a fluir lentamente, ayudado por la fuerza de la gravedad, modificando el paisaje a su paso, creando nuevos valles, arrastrando rocas y sedimentos a lo largo de su camino. La fricción del peso del hielo del glaciar contra el suelo hace que se derrita esa primera capa de hielo, dando lugar a la aparición del agua, que a su vez actuará como un tobogán provocando un aumento en la velocidad de avance del glaciar. Los glaciares solo pueden existir en zonas donde la precipitación anual de nieve supere a la cantidad que se evapora en las épocas de calor. Si la pérdida de nieve, hielo y agua es mayor, decimos que el glaciar está en retroceso y, si el proceso no se detiene, el glaciar desaparecerá.

“Los glaciares tienen una relación muy estrecha con los cambios climáticos ya sean naturales o provocados por la acción del hombre” señala Ibai Rico. “Son muy dinámicos, aunque reaccionan de manera diversa dependiendo del tipo de glaciar y de la zona del planeta en la que se ubica. Por ejemplo, los glaciares de los Alpes o de los Pirineos, que son más pequeños comparados con los de la Antártida o Groenlandia, reaccionan mucho más rápido a un cambio climático. Y, sin embargo, los de la Antártida o Groenlandia tardan décadas o incluso siglos en responder”.

A lo largo de la historia de nuestro planeta han sucedido diferentes variaciones climáticas naturales, sucediéndose periodos fríos o glaciaciones, y otros cálidos. Ahora, el mundo se encuentra en un periodo cálido interglacial, pero hay datos sólidos que evidencian que sobre todo desde 1950 hasta la actualidad se ha producido un aumento de las temperaturas muy rápido, casi sin precedentes, y que coincide con el aumento de la emisión de gases de efecto invernadero, a lo que llamamos cambio climático antrópico o antropoceno.

La temperatura media del planeta ha aumentado un grado centígrado en el último siglo. “Está comprobado que ha sido por la emisión de gases de efecto invernadero”, afirma el científico. Pero este incremento no ha sido uniforme en todo el planeta. La tierra se calienta más rápido que el agua. Cuando la superficie terrestre se calienta, parte de ese calor se transmite al suelo, pero la mayor parte va al aire. El hemisferio norte comprende la mayor parte de la masa terrestre del planeta, por lo que las temperaturas aumentan más rápido en el hemisferio norte que en el sur. Así, en el último siglo, en el Himalaya la temperatura media ha aumentado en 0,5 grados centígrados, mientras que en Alaska lo ha hecho 2ºC en la mitad de tiempo. Uno de los mayores incrementos de temperatura se ha producido al sudeste de Groenlandia: la temperatura media ha aumentado 3ºC en tan sólo 20 años.

El aumento del nivel de los mares no es el único peligro derivado del fin de los glaciares: abastecen de agua dulce potable a cientos de millones de personas en el mundo, son la esencia de numerosas economías agrícolas y fuente de energía en cientos de plantas hidroeléctricas. Todo eso se perdería con el tiempo. Igualmente el deshielo de los glaciares está provocando la aparición de cientos de nuevos lagos glaciares en su lugar.

El volumen y la frecuencia de inundaciones producidas a partir de la existencias de esos nuevos lagos será mayor con el tiempo, como ya ocurre en India y Pakistán. El trabajo de investigación de los glaciólogos no se realiza solamente mediante satélites. La parte fundamental del trabajo de los glaciólogos (geólogos, físicos y meteorólogos) es el trabajo de campo, a pie de glaciar. Allí, entre otras cosas, los científicos extraen muestras de hielo de las profundidades del glaciar; cuanto más profundo sea su origen, mayor antigüedad tendrá esa muestra. “ También escaneamos el glaciar con un láser escáner, con un GPS”.

Es importante recordar que ese hielo es nieve compactada y después helada. Ese hielo contiene miles de burbujas de aire de la atmósfera del momento de la historia en el que se formaron, y revelan a los expertos datos sobre cómo era el clima del pasado, la cantidad de dióxido de carbono que había en su atmósfera etc. Todos los datos recopilados se introducen en programas informáticos que ayudarán a los investigadores a predecir el futuro. Los satélites facilitan el trabajo previo porque, según nos comenta Ibai Rico, “hoy en día hay un montón de información que está disponible gratuitamente, de modo que los científicos podemos realizar estudios previos, incluso puedes ver qué ha pasado en los últimos 20-30 años. Esto te permite tener una visión un poco más global a través de las técnicas de imagen satelital”.

Ibai Rico destaca uno de sus últimas expediciones en la zona del campo de hielo de Cloué en la cordillera de Darwin en la Patagonia: se trata de glaciares que hasta entonces habían sido poco estudiados y, a tenor de la información facilitada por los satélites, lo que se publicaba sobre ellos era que no se estaban produciendo grandes cambios en los mismos. Pero gracias a los trabajos de campo realizados por su expedición, comprobaron que algunos glaciares habían sufrido ciertos cambios dramáticos en las últimas décadas: en aquellos valles que antes se encontraban completamente glaciados, ahora no queda rastro de los glaciares que allí se encontraban, ahora hay un fiordo por el que se puede navegar. En esta misma zona pudieron constatar que estos cambios en los glaciares han provocado un aumento en el nivel del mar muy rápido. Pero Rico nos señala que tal vez lo más impresionante son los cambios sufridos por los glaciares del Pirineo, “hemos pasado en 40 años de tener 39 glaciares a tener ahora mismo 18-19 glaciares. Estamos viendo pérdidas anuales en el frente de los glaciares de hasta 4 metros de espesor, pérdidas de extensión desde los años 80 hasta la actualidad de un 70-75% de la superficie glaciar que teníamos en el Pirineo.”

Ibai Rico considera que la tendencia en un futuro a medio plazo es la de mantener un balance de masas negativo, el mismo de las últimas décadas. Esto es especialmente preocupante para algunas zonas de montaña que están densamente pobladas, como el Himalaya y los Andes, así como para el oeste de la Antártida o en Groenlandia, donde los glaciares están teniendo una respuesta muy fuerte al cambio climático. “Aunque en algunos países más modernos esté habiendo una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero...los países emergentes sí están emitiendo mucho, porque están teniendo su revolución industrial ahora”. En conjunto, según el experto, “las tendencias de temperatura apuntan a su aumento y a la aceleración del desequilibrio en los glaciares y a su pérdida de volumen”.

¿Qué podemos hacer frente a este problema? “...que haya una red de monitorización global y conjunta para poder tener un cierto control...es importante saber qué está ocurriendo para poder tomar decisiones al respecto”, nos contesta. De todos modos, Rico afirma que “aunque parásemos ahora mismo de emitir gases... aunque la estabilizásemos (la temperatura global) los glaciares seguirían retrocediendo, porque están todavía adaptándose al aumento de temperatura que ha habido en las últimas décadas, de modo que la tendencia de los glaciares en las próximas décadas va a ser de retroceso sí o sí”.

En diciembre de 2015 y tras veinte años de negociaciones, 195 países acordaron en París limitar el incremento de la temperatura global en 2ºC con respecto a la era preindustrial. ¿Cómo? Reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero. Este Tratado fue bautizado como el Acuerdo de París y entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. Los países se comprometieron a tomar las medidas necesarias para implementar el Acuerdo antes del 2020. La próxima Cumbre del Clima se celebró en Polonia el pasado mes de diciembre, con resultados agridulces: para algunos países, el resultado fue positivo porque se consiguió cerrar el acuerdo y ponerlo definitivamente en marcha. Otros, sin embargo, piensan que no es tan ambicioso como debería ser, ya que países como Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait han diluido todo lo que han podido los informes presentados por los expertos que llevan años estudiando el antropoceno.

La labor de los científicos como Iabi Rico es esencial para que los políticos tengan en su mano la información necesaria a partir de la que deberán tomar decisiones a nivel geopolítico, y los glaciares son muy buenos geoindicadores de los cambios que está sufriendo nuestro planeta. Tomemos conciencia de dónde estamos para que podamos tomar decisiones de a dónde queremos llegar, y hagámoslo cuanto antes.