Aitor Francesena: "A mí el mar no me ha quitado nada"
28/11/21, Zarautz. "Aunque me haya quedado ciego en el mar, a mí el mar no me ha quitado nada, a mí el mar todo los días me da algo. La sensación de libertad, de disfrute, del viento en la cara, esa paz que da el mar...
A mí me da tantas cosas que nunca pienso que el mar me haya quitado algo.Está claro que fue donde me quedé ciego, pero es el sitio donde más a gusto me he quedado ciego".
Deportes. Elsa Barrenechea, Mireia Larrañaga. Leer+
Nerviosas, pero sobre todo entusiasmadas, llegamos al punto de encuentro. Todavía no somos conscientes de que estamos a punto de entrevistar al auténtico Aitor Francesena.
Nos acoge con la amabilidad que tanto le caracteriza, tomamos asiento y la magia comienza al pulsar el “click” de la cámara.
MIREIA.- Buenos días, para empezar, ¿cómo prefieres que te llamemos; Aitor, Gallo o Francesena?
AITOR.- Aitor es para la gente muy cercana. "Gallo" para mis amigos o amigas. Entonces como prefiráis, Francesena casi nadie me llama.
M.- Tenemos una duda, ¿de dónde viene lo de “Gallo”?
A.- "Gallo" es un mote que me lo ponen unos amigos desde muy pequeño a razón de que iba a buscarles para ir al colegio por unos barrios un poco conflictivos que había en Zarautz. ¿Y en esos barrios conflictivos qué pasaba? Que había gente que era “punki”. Cuando iba a buscar a un amigo mío que se llamaba Mateo, sus hermanos, que eran los malotes, me ponían un cuchillo al cuello en broma y me decían “canta la gallina” y yo hacía “coc co co coc”. En vez de gallina, como era chico, me llamaron "Gallo". Desde entonces hasta el día de hoy, me he quedado con ese mote. En los pueblos suele ocurrir eso, que al final te ponen un mote desde muy pequeño y te quedas con él de por vida. Por eso es lo de “Gallo”.
M.- ¿Cuál es tu momento del día favorito para surfear?
A.- Hombre, a ver, no hay momentos favoritos al cabo del día para surfear. Normalmente lo que manda es la marea o el viento. Muchas veces a la mañana y a los atardeceres es cuando menos viento hay, entonces esos son los momentos perfectos para surfear. Pero cuando no es el viento, es la marea la que manda.
NAHIA.- ¿Cómo fue el proceso de crear una de las primeras escuelas de surf en España?
A.- En aquella época que estaba todo por hacer en el mundo del surf, lo primero que monté fue un taller de tablas de surf. Al principio había muchas críticas. Más tarde, empezamos a hacer tablas de surf; y cuando ya habíamos hecho todo eso, a alguien se le ocurrió abrir una escuela de surf. Como ya habíamos hecho negocios anteriores como lo de reparar tablas de surf y montar un taller de tablas de surf, ya creíamos que éramos capaces de hacer cualquier cosa y dijimos “venga, ¿y por qué no?”. Empezamos un verano con muy poca gente. Eran madres que nos dejaban a sus niños y luego los recogían más tarde. Hacíamos un poco de guardería. Empezó a tener un éxito increíble. Cada verano venía más gente y nos dejaban más niños. Poco a poco, allá por 1988, empezamos con la primera escuela de todo el país. Ya veis que ahora todas las playas están llenas de escuelas, así que no parece ser que lo hiciéramos tan mal. De ahí creamos una profesión, que es la de ser monitor de surf. Los comienzos fueron duros por supuesto, porque montamos un nuevo negocio, pero a la vez muy bonitos porque estaba todo por hacer, y cuando estás haciendo algo nuevo mola mucho.
N.- ¿Cómo era el surf en aquella época?
A.- Totalmente diferente. Al principio sólo surfeaba la gente mayor porque eran los únicos que tenían dinero para comprar material. Esos mayores nos llamaban al principio “gorrones” porque como no teníamos material, a base de hacerles favores, les pedíamos sus tablas de surf y nos las dejaban. Así es como empezamos a hacer los primeros baños de surf. De esos materiales que nos daban los mayores, por ejemplo, "pelándole" la fibra de vidrio a una tabla grande, llegábamos a sacar otras tablas de surf. Y así fueron nuestras primeras tablas de surf. Te dabas un baño de media hora o tres cuartos de hora, luego ya te la quitaban y hasta el día siguiente. A día de hoy han cambiado muchísimo las cosas. Ahora mismo cualquier persona joven tiene no una tabla de surf, sino que igual veinte, y trajes a patadas, cuando para nosotros tener tablas de surf era la leche y los trajes vinieron bastante más tarde.
N.- ¿Cuál es tu siguiente meta?
A.- Acabo de ganar el Campeonato de España y a final de año tengo otro Campeonato del Mundo en California. Ahora voy para allí. Dentro de un mes estaré compitiendo en el Campeonato del Mundo, y a ver si lo gano. Entre San Francisco y Los Ángeles, en una playa que se llama Pismo. Vamos a ver qué pasa. Me he preparado todo el año para ganarlo y a ver si lo traemos a casa una vez más. Ya sería la tercera vez y a por ello voy.
E.- ¿Cómo es eso que dices de que surfeas por sensaciones?
A.- A ver, tú cuando ves, eliges la ola, la remas y según ves la bajada de la ola, te pones de pie y vas para la pared que te toque, izquierda o derecha, y entonces surfeas en paralelo a la orilla. Tú cuando no ves, dejas pasar una ola y piensas que igual viene otra ola, si estás sentado hacia el norte te giras hacia el sur, remas hacia la orilla, y cuando notas que la tabla se inclina hacia abajo, ahí es cuando hay que ponerse de pie. Ahora, izquierda o derecha no viendo, te tiras para el lado en el que la pared menos levantada esté, pensando que va a ser de donde tienes que coger la trayectoria. Te tiras para la izquierda o derecha como si vieses, pero a veces aciertas y otras veces no aciertas. La sensación de velocidad subiendo y bajando sobre la pared de la ola es la que te dice cuándo tienes que maniobrar. Entonces, las sensaciones, en mi situación, estando ciego, lo son todo. Tiras del oído también a la hora de volver hacia el fondo del mar y para ver cuándo tienes que pasar las olas por debajo. Pero cuando vas a coger la ola, todo son sensaciones; sin ellas no podría surfear.
E.- ¿Antes de perder la vista tuviste algún miedo al pensar que la ibas a perder y que no ibas a volver a surfear?
A.- Bueno, lo de surfear queda secundario. A ti, cuando estás en una situación en la que no sabes cuándo te vas a quedar ciego, lo que más te preocupa es el día a día y lo que vas a dejar de ver, que es todo.
Entonces, el no ver cómo crece tu hija o cómo está tu pareja sí que te preocupa. Te vas perdiendo los cambios de las personas que quieres en cuanto a cómo van envejeciendo, o creciendo en el caso de mi hija. Pierdes puestas de sol, amaneceres, cuando el mar está bonito, hasta la apariencia de un plato. Por el mero hecho de que no lo veas, cambia todo. Pero por mucho que cambie todo, me he adaptado a esta nueva vida. Llevo nueve años ciego, y ya no echo de menos no ver, siendo sincero. Está claro que he perdido mucho al no ver, pero antes surfeaba viendo y siempre estaba de mala leche porque me exigía muchísimo. Cada ola que cogía quería dar lo máximo, y muchas veces cuando no hacía lo máximo, me enfadaba. Ahora, no viendo, disfruto mucho más del surf porque cada cosa que hago es un reto que he logrado. Disfruto mucho más que cuando veía porque los objetivos, en teoría, son más difíciles y cuando los consigo no hay quejas, siempre son disfrutes y llenazos. Me encanta surfear no viendo, por supuesto que viendo también me encantaba, pero ahora más. Y lo que puedo echar en falta y me da pena es no ver el crecimiento de algunos y la vejez de otros.
M.- ¿Tienes algún consejo para alguien que esté pasando por lo mismo que pasaste tú?
A.- Consejo solo hay uno, para todo el mundo, tengas una discapacidad o no, te haya pasado algo en la vida o no. La vida es maravillosa. Pase lo que te pase en la vida, está claro que primero tienes que afrontar eso que te ha pasado, y una vez que lo afrontas, “para adelante”. ¿“Para adelante” qué significa para mí?, pues que pase lo que te pase en la vida, la vida sigue para adelante, móntate en ella, disfruta de ella y no estés todo el día pensando en lo que te ha pasado ni lo mal que estás por lo que te ha pasado, porque eso es un gran error. A todos nos pasan cosas, y porque te pasen cosas, no dejes de hacer otras, sino que haz todo lo que te venga en gana de la mejor manera posible. Está claro que si te quedas ciego como yo, haces las cosas de otra manera, pero por esa regla de tres, no dejo de hacerlas. Entonces, animo a todo el mundo a que pase lo que le pase, “para adelante”, que se monte en la vida y disfrute de ella, que es maravillosa.
M.- ¿Cuál crees que es la clave para lograr una victoria?
A.- Está claro que el esfuerzo, el sacrificio y la constancia. Se trata de meter muchísimas horas en lo que te guste en la vida; desde bailar, la música, el surf, patinar, el ciclismo o lo que sea. Por supuesto que cada hora que metas hagas un autoanálisis de cómo estás haciendo las cosas para mejorar. Haciéndolo y haciéndolo, con ilusión y con ganas, conseguirás lo que quieras en esta vida.
N.- ¿De quién te acordaste al ganar el Campeonato del Mundo de surf adaptado?
A.- Por supuesto que de mi hija, que es una de las cosas que más quiero en la vida. Cuando ganas un campeonato del mundo, lo primero que piensas es “cuánto me ha merecido la pena trabajar todo lo que he trabajado para ganar este Campeonato del Mundo”. Piensas en la gente a la que quieres muchísimo; mi hija, mi pareja, mi familia.
N.- ¿Habrás descubierto verdaderos paraísos de surf por el mundo, en cambio sigues viviendo en Zarautz...
A.- Es muy bonita la pregunta. Zarautz es donde nací, donde más cómodo me siento y ahora ciego más. Salgo del portal de mi casa y a la izquierda tengo la montaña y a la derecha tengo la playa, osea que tengo todo lo que necesito. He viajado mucho y me gusta viajar porque, lo he dicho más de una vez en alguna entrevista, yo nací con un glaucoma congénito, antes o después me iba a quedar ciego. Toda la vida he tenido un tren por detrás que me quería pisar que era; “te vas a quedar ciego, te vas a quedar ciego”. Siempre que les decía algo a mis padres de deporte o cualquier cosa, me decían que no porque tenían miedo a que me pudiera quedar ciego con algún golpe. Entonces, a cualquier cosa que dijera y viesen un riesgo, me decían que no. La mejor manera de llevar todo eso ha sido viajando, viendo mucho mundo y no dejando de hacer nada, porque algún día, de tantas veces que lo he oído, me iba a quedar ciego. He corrido mucho y he viajado muchísimo. Hay millones de sitios preciosos en el mundo: Australia, Sudáfrica, Hawai, California, Tahití, Isla Reunión… para surfear y para flipar. Pero, por supuesto, Zarautz es mi pueblo, donde nací, donde he vivido muy buenos momentos y sigo viviéndolos.
E.- ¿Para ti qué es el miedo, y cómo lo sientes?
A.- El miedo es algo que muchas veces te bloquea o te hace sentir mal. Es una sensación que creo que a nadie le gusta, pero para quitarlo lo que hay que hacer es “darle duro” a ello. Por ejemplo; en el mar, si tienes miedo de las olas grandes, coge una lo más rápido posible. Porque si te pones a prueba ante ese miedo y lo superas, ese miedo desaparece o se rebaja a la mitad. El miedo es algo que está ahí, todo el mundo lo tiene antes o después, pero, al final, la única manera de evitar ese miedo es enfrentándote a él.
M.- Para terminar con la entrevista, ¿qué sentimientos tienes hacia el mar, al haber sido el que te lo ha dado todo pero a la vez te ha quitado una cosa importante?
A.- Aunque me haya quedado ciego en el mar, a mí el mar no me ha quitado nada, a mí el mar todo los días me da algo. La sensación de libertad, de disfrute, del viento en la cara, esa paz que da el mar... A mí me da tantas cosas que nunca pienso que el mar me haya quitado algo. Está claro que fue donde me quedé ciego, pero es el sitio donde más a gusto me he quedado ciego. Si me hubiera quedado ciego en un quirófano porque una operación hubiera salido mal, igual tendría que culpar a alguien. No, me he quedado ciego en el sitio que más me ha llenado en la vida. Yo tomé la decisión de entrar al agua con un trasplante de córnea y con puntos en el ojo. Yo he tomado la decisión de coger una ola, caerme de arriba a abajo y quedarme ciego. Entonces, no creo que tenga que culpar a nadie, y menos al mar que me da muchas cosas. Me las daba antes y me las sigue dando ahora.